jueves, 20 de febrero de 2014

Soledad de doble filo

Terrestre; tan atraídos
a la Tierra han estado
los pies del mortal
que no le apetece
volar e ir más allá
de sus horizontes.

Conforme del mismo
cuadro de blancos y negros
incrustados en las paredes
agrietadas de su casa,

donde el silencio le es incomodo
e irritante, más sin embargo
el no hace nada para
cambiar la rutina que tanto
le amarga la vida.

El mismo circulo vicioso
mata, y mata lento;
cuando faltan las caricias,
el susurro de amor
que desprenden otros labios
al oído.

La comprención
de nuestras desdichas se
ahogan en almohadas vacías
de hostilidad, y en un cuarto
olvidado y fracturado,

es donde la enfermedad ataca
lentamente al que se olvida de si mismo.
La soledad es buena
mientras dura para madurar,

después de eso
solo acompaña al terrenal
en su miserable vida
para después apuñalar.

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